Carmen Guédez-Da Silva
- 11 02 2021
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Foto: cortesía de Pedro, hijo |
Murió Pedro, el jardinero. Él era como esas personas que, sin saberlo, inspiran canciones, obras de arte, temas literarios y todo aquello que salga a volar de la creatividad. del ser humano. Él -por sí mismo- era un personaje lleno de matices. En esta terraza, conocía todo y a casi todos.
A Pedro, el viejo (así le decía), le conocí desde hace casi cuarenta años. Él, siempre con un saludo respetuoso y grato. Hablaba poco, porque las personas sabias cuentan las palabras antes de dejarlas salir. Ese saludo lo voy a extrañar porque, a Pedro, le veía con mucha frecuencia.
Pedro ya no está, pero su impronta quedó en esta terraza. Pedro, era como el hombre que nació en un barco y nunca salió de él. Algunas veces me hacia recordar a Vincent Van Gogh, porque al pintor holandés le gustaban las personas humildes y sencillas, a las que pintó muchas veces. Entre otros temas, Van Gogh pintó a mineros y campesinos y convirtió, en obra universal (de su etapa oscura), a la sencilla cena de unas personas comiendo patatas (Los comedores de patatas).
El éxito es tener el control de nosotros mismos; hacer -de la humildad- un estilo de vida- y perdonar. Pedro era dueño de esas virtudes. No va a extrañar a este mundo porque descansa en donde más a gusto se sentía: en la tierra, con sus plantas y sus flores..
Mis condolencias a Pedro, hijo; a sus nietos y a toda su familia. Jamás lo olvidaré. Que descance en paz, nuestro jardinero eterno.
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